El cierre de Fundación La Dulce hace tomar dimensión de la importancia de la educación y formación, al ver a casi trescientas personas que de alguna u otra manera pasaron a lo largo del año por sus cursos y talleres.

De las más variadas propuestas y para todas las edades, sumado a las charlas que también se realizan durante el año y quienes transitan la biblioteca a diario para buscar un libro o usar teconología.

Como es usual en Fundación, la calidez y los detalles estuvieron presentes. Impecables en todo.

A veces pienso que hemos normalizado estos lugares, estos espacios, estas oportunidades. Porque hace más de cincuenta años que están y siempre están disponibles. Pero no todos los pueblos tienen una fundación, o club o institución semejante que los cobije a lo largo de toda su vida.

Aplausos y más aplausos para Fundación La Dulce.